Miércoles de Ceniza

¡Buenos días! Hoy es Miércoles de Ceniza y comienza ese camino que es la Cuaresma, momento especial y privilegiado para estar en compañía de Dios y de los demás. ¿Por qué no tener más intimidad con él?

Te ofrecemos la oración para hoy de nuestros materiales.

Del Evangelio según San Mateo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga.

Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga.Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.

Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga.

Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»

¿Cómo actúas ante Dios? ¿Cómo actúas ante los demás? ¿Cómo andas de postureo? ¿Tienes relación íntima con Dios? ¿Qué miedos tienes de relacionarte con Dios?

Señor,

cuando me encierro en mí,

no existe nada:

ni tu cielo y tus montes,

tus vientos y tus mares;

ni tu sol,

ni la lluvia de estrellas.

Ni existen los demás

ni existes Tú,

ni existo yo.

A fuerza de pensarme, me destruyo.

Y una oscura soledad me envuelve,

y no veo nada

y no oigo nada.

Cúrame, Señor, cúrame por dentro,

como a los ciegos, mudos y leprosos,

que te presentaban.

Yo me presento.